jueves, 26 de noviembre de 2009

Eufemismo, ese gran descubrimiento.

“El eufemismo es la metáfora que estimula, sublima, eleva, ennoblece, aunque también puede utilizarse para disimular, ocultar, distorsionar. Detrás de las palabras elusivas se esboza a menudo cierta cobardía, un temor inconfesado a enfrentar y afrontar las duras realidades de la vida y de la sociedad”. [Creatividad Lingüística. Diccionario de eufemismo@, pág. 7)

Desde hace dos años he dedicado gran parte de mi esfuerzo y tiempo a la ardua tarea de cumplir con los requisitos burrocráticos que toda institución pública y académica me requieren. Además de volverme una neurótica, perder la fe y algo de pelo y recomendar un poquito de All-bran a todos los funcionarios que amablemente desayunan tres veces al día desarrollando así nuestra creatividad haciendo colas, he tenido tiempo para redescubrir un maravilloso mundo, EL EUFEMISMO.

Si bien es cierto que las apariencias y el decoro son tan decimonónicos como mi pseudónimo virtual, lo cierto es que lo único que nos faltaba era la llegada y afianzamiento del llamado “lenguaje políticamente correcto”, eufemismo que inaugura la serie y que puede definirse como: ‘te voy a joder igual y encima no te darás cuenta’. Gracias a este “nuevo” tipo de lenguaje uno puedo decir casi de todo haciendo creer al mundo que es un ser humano excepcional y educadísimo, ¿no os parece maravilloso? No existe mayor poder que dominar la lengua, pero aquellos que aún estén a tiempo, no elijan la filología, da muchas cosas, pero no de comer. Eso sí, tengan en cuenta, que quien domine el eufemismo, dominará el mundo y si no que se lo digan a los políticos.





Ellos (los eufemismos, por si alguna mente malévola/realista ha pensado en los políticos) acampan por nuestra vida sin apenas ser percibidos por el ojo u oído humano. Cada mañana cuando abrimos nuestro cartón de leche nos dejamos guiar por esa imagen que imita unas tijeras y sigue unos puntos suspensivos, como cuando éramos pequeños y hacíamos caligrafía. “Basta con seguir esos puntos”, piensas. Craso error. Esa imagen va acompañado de un gran mensaje, vital para sobrevivir a un nuevo día: “abre fácil”. Tú, confiado de la bondad y sinceridad de su autor, crees que es verdaderamente “fácil” y armándote de valor, te lanzas sin protección a ese gran reto: lograr abrir el cartón de leche. Lo intentas con la mano derecha, con la izquierda, con fuerza, con maña, y acabas por comprender que es de todo menos “abre fácil”. Así que optas por la única solución, coger unas tijeras y cortar, daño colateral de esa mentira mañanera disfrazada de útil ayuda. Sugerencia: intente la misma acción al otro lado, justo en esa esquina abandonada a su suerte y subordinada a la anteriormente citada. Comprobaréis que la “facilidad” es idéntica en ambos casos. Además, siguiendo las mismas instrucciones de uso se han creado otros muchos productos: latas de atún, paquetes de galletas, plásticos de CD y DVD, envases de embutidos… Todos ellos igual de eufemísticos y, en consecuencia, igual de peligrosos.

Otro campo inmensamente rico en eufemismos es el mundo académico. Del “fracaso escolar” pasamos al “éxito diferencial”, a pesar de que el alumno siga teniendo un cero; de las “broncas” a los “consejos” y “sugerencias”; de los “castigos” a las “enseñanzas inversas”… El alumno ya no tiene “deberes”, tiene “trabajo autónomo”; no son malos son “hiperactivos”; ya no se “insultan” y “pelean”, se hacen “bulling”; ya no hay “gordos” hay “obesos” y ya no hay “cuatro-ojos”, tienen “problemas de visión”. El profesor ya no “evalúa”, “sopesa”, no hay clases de “gimnasia” y “dibujo”, hay “educación física” y “visual y plástica”, ya no “aprueban” o “suspenden”, “progresan o no adecuadamente”. Así que cuando nuestros niños llegan a casa con caras largas y hablando de éxito diferencial, podemos deducir que no progresan adecuadamente, seguramente porque debido a su sobrepeso es víctima de bulling y es el centro de todas las miradas en educación física. Lo que antes era que el niño no ha saltado el potro en gimnasia porque está gordo y los compañeros se han reído de él y encima lo han cateado. Antes era la superación de los obstáculos, ahora es la ocultación de pruebas.

A pesar de todo esto, debo reconocer que a los lingüistas friquis como yo, estos eufemismos nos permiten echarnos unas risas. Aquí os dejo una lista de algunos de mis favoritos (he eludido los campos más jocosos para despertar la imaginación creativa del lector):

• Centro psiquiátrico -> Manicomio, loquero
• Crecimiento negativo -> Decrecimiento, Crisis, Pobreza
• Daños colaterales -> Víctimas civiles
• Reducción de plantilla / Regulación de empleo -> Despido masivo
• Ejecutivo de Ventas -> Vendedor de Puerta en Puerta
• Empleada Domestica, Asesora doméstica, Trabajadora de casa particular/ del hogar -> Nana, Criada, Chacha, Sirvienta
• Establecimiento penitenciario , unidad de internamiento -> Cárcel
• Étnico/a // Éxotico-> Cualquier cosa que no sea nacional.
• Interrupción del embarazo -> Aborto
• Intervención militar -> Guerra
• Material para adultos -> Pornografía
• Métodos de persuasión -> Tortura
• Movimiento táctico hacia la retaguardia -> Retirada / Derrota
• Pronunciamiento militar -> Golpe de Estado
• Tránsito Intestinal -> Cagar
• Cese temporal de la convivencia -> Divorcio // separación // cuernos
• Agresión verbal -> Insulto
• Muerte voluntaria -> Suicidio
• Discapacidad psíquica -> Locura
• Autoestimularse -> Drogarse
• Alteraciones perceptivas -> Alucinaciones
• Excepcionalidad -> Anormalidad
• Relaciones impropias -> Adulterio // cuernos
• Desaconsejar -> Prohibir
• Relevo -> Cese

A pesar de todo esto, a mí me sigue pareciendo mucho más creativo lo que hacía Galdós, ya son conocedores de mi pasión por su obra. A fin de cuentas, por muy novedoso que nos parezca llamar a alguien “feo” mediante cosas del tipo “belleza distraída”, “reto a lo desconocido” o “te faltan las gomillas para completar la careta” (más cruel si cabe que el término que intentamos maquillar), nadie podrá superar a mi amado don Benito, maestro de la ironía más refinada, eufemismo, por otro lado, de mala leche y gran sentido del humor. Para muestra un botón.
Disfrútenlo y recuerden: el mundo puede ser maravilloso, de ello sólo depende qué palabras utilicen para representarlo.

“Ya que hemos nombrado a la hermana del capellán [Marcelina Polo, hermana de Pedro Polo], conviene decir que esta señora, de más edad que don Pedro, era lo que en toda la amplitud de la palabra se llama una mujer fea. Su cara se salía ya de los términos de la estética, y era verdaderamente una cara ilícita, esto es, que quedaba debajo del fuero del Poder Judicial. Debía, por consiguiente, recaer sobre ella la prohibición de mostrarse en público.”

Benito Pérez Galdós, El Doctor Centeno , 1884.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lo mismo me llaman Carmen, que Lolilla que Pilar

I'm not Holly! I'm not Lula Mae either. I don't know who I am. I'm like Cat here. We're a couple of no-name slobs. We belong to nobody, and nobody belongs to us. We don't even belong to each other.



Esta es una de mis frases favoritas de Breakfast at Tiffany’s. Mi queridísima Holly se deshace por completo del personaje que de sí misma se ha construido y ya no se reconoce en la persona que realmente era. No tiene nombre, ni identidad. Nadie puede reconocerla y por eso nada pude pertencerle ni pertenecer a nadie.





Me confieso, querido lector: “Hoy soy Holly”.


Todos jugamos con ese doble papel en nuestra vida. El personaje, la cara pública, la imagen positiva y negativa que nosotros mismos ponemos en el aparador y que varía en función de nuestro consumidor en potencia y ese otro “yo”, fiel reflejo del ser que se ha construido a través de otros “yo” (familia, cultura, sociedad, amigos, enemigos, superiores e inferiores, personajes ficcionales –sean nuestros iguales o recreaciones dibujadas por un visionario-) en los que nos reconocemos o queremos reconocernos. Ese juego del doble, de la construcción y reconstrucción constante de nosotros mismos, que a su vez genera un sinfín de clones cuya esencia está en el fondo, no sé muy bien de qué, crea la mayor de las esquizofrenias sociales. La construcción de todas estas identidades nos lleva a ver frente al espejo, no el reflejo de nosotros mismos, sino auténticos desconocidos que nos atraen unas veces, y detestamos otras. Pero a fin de cuentas, todos son nuestros “yo”.

Durante la vida vamos redescubriéndonos y reencontrándonos con esos “yo” que en algún tiempo fuimos y desde el presente, miramos con nostalgia y cierta fascinación idealizada (muchas veces simplemente desencanto) lo que fuimos, aunque seamos incapaces de volver a serlos. Otras, te miras a ti mismo aquí y ahora, a pesar de que ambos deícticos pierdan su valor justo en el momento en que acabas de pronunciarlos, y te proyectas en el futuro creando la imagen de ti mismo que desde los ojos del hoy te gustaría para el mañana. Cuando ese mañana llega a ser un hoy, esa proyección de ti mismo ya no tiene nada que ver contigo, porque lo interesante no ha sido el resultado, lo verdaderamente apasionante ha sido el camino recorrido y las reformulaciones que has experimentado desde tu autoideal. Renovarse o morir… morir para renovarse.





Cuanto más reproduzco en mi cabeza esa declaración de intenciones, más Holly me siento y de nuevo surge la clonación material. Otra yo mira el mundo con ojos insaciables y ambiciosos y no con la definición frívola y negativa que a los ojos del mundo se da a ambos términos. Esa nueva yo que nace a través de Holly, de Emma Bovary, de Isidora Rufete, de Scarlatta O’hara, de Ana Ozores, de Rosalía de Pipaón, vuelve hacerme sentir como ese puro a medio apagar en que tan duramente se ve reflejada la heroína de Clarín. A pesar de todo y como si el mundo fuera una copa del mejor vino, me apetece beberla despacio, sorbo a sorbo, saboreando a cada contacto con el vino los matices, viendo en cada reflejo la variedad de tonos, oliendo el pasado en cada golpe de ola rojiza y deseando que la copa vuelva a llenarse para empezar de nuevo. Lástima que no siempre esa copa de vino nos parezca tan apetecible y llevados por el ritmo monótono y acelerado del hoy, acabemos engullendo de un único trago el elixir de la vida que nos llevaría a un mañana distinto. Quizá es cuestión de crear otro yo, pero esta vez asegurándonos de que es un auténtico enólogo. Hasta entonces seguiremos buscándonos sin descanso. Hoy somos Holly, quién sabe quién seremos mañana.