domingo, 18 de octubre de 2009

In vino veritas

El pasado jueves 15 de octubre aparecía en los medios la noticia de que la Generalitat prohíbe las barras libres, happy hours y cualquier oferta etílica que los locales catalanes pudieran ofrecer (http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Generalitat/prohibe/ofertas/barra/libre/happy/hours/elpepiespcat/20091015elpcat_8/Tes).
Abogando por la defensa de la salud pública, se toma la decisión de retirar del mercado una serie de medidas mercantiles que no sólo solucionaban los problemas de los dueños del local, sino que facilitaban el consumo de alcohol al ciudadano de a pie, teniendo en cuenta que los precios oscilan entre 6 y 15€ euros, dependiendo del lugar.
Si ahora la juventud catalana saliera a la calle, cosa que no dudo acabe produciéndose, y alegáramos unos precios más justos en comparación al resto del Estado o al menos, la posibilidad de continuar disfrutando de ciertas ofertas, estoy segura de que el titular de la noticia nos acusaría de actuar únicamente cuando lo que se pone en juego es este tipo de cosas y no otras de mayor calado (aspecto que, hasta cierto punto, sería verdad). Sobre lo que no se reflexionaría sería sobre el hecho de que nuestros sueldos se equiparan al resto de becarios del estado y de trabajadores del país, pero que los precios de nuestro ocio, donde no nos engañemos, nuestra sociedad nos ha enseñado día tras día que el alcohol es una parte importante, no es equiparable. Tampoco se va a reflexionar sobre el hecho de que bares y locales van a ver mermados sus ingresos por el hecho de tener que hacer frente a una crisis que se intenta arreglar con medidas “tirita” cuando en realidad la herida necesita puntos de sutura. Evidentemente, tampoco se va a tener en cuenta que la mayoría de la gente que sale cada fin de semana como se ha hecho toda la vida acaba cada sábado en un hospital, provocando peleas o accidentes o cualquier otra cosa que se pueda utilizarse para justificar estas medidas. ¿O es que nosotros como ciudadanos debemos desconfiar de las constantes reuniones, encuentros y demás eventos políticos donde el alcohol es más protagonistas que las improductivas decisiones y leyes que acaban saliendo de ellas? ¿O quizá para ser modelo a seguir deberían reducir su consumo a una única copa de vino, que nosotros les regalamos con nuestros impuestos, en esas fructíferas reuniones?
Quizá lo que estén promulgando es el alquiler de locales para fiestas privadas donde el alcohol sea de mayor calidad, no garrafón, donde puedas consumir el triple a mitad de precio y donde los bares acaben viéndose obligados a bajar los precios de sus bebidas para compensar las pérdidas que esta nueva ley pueda provocar en sus negocios. Me surgen muchas dudas al respecto. ¿Cómo celebraremos el fin de año? ¿Pagaremos 40€ por una sola consumición? ¿Se declarará zona desértica Catalunya el día 31? ¿Acabaremos robando el vino en la misa del gallo? ¿Se prohibirá la venta de Don Simón por los bajos precios y la incitación al alcohol? ¿Qué será del Sandevid, se le considerará cubata y lo venderán a 15€ sin posibilidad de 2x1 en las ofertas de Carrefour? Ay! Dios, y que no se tomen las mismas medidas de exigencia y reflexión para ocupar puestos de responsabilidad…


Peter Brookes, The Times

No quiero que se vea en estas palabras una apología del consumo irresponsable del alcohol, sino una reflexión ironizada más allá de la que medios y comunicación y gobierno catalán están haciendo sobre el consumo etílico en este territorio. La irresponsabilidad campa por nuestra sociedad como Pedro por su casa y no sólo en el consumo del alcohol, sino en la dirección del Estado, de las Instituciones Públicas, en las decisiones y leyes de Educación y Sanidad, en las medidas gubernamentales que nos afectan a todos, hasta la actuación individual de los ciudadanos que tomando como estandarte la democracia y la libertad de expresión actúan a sus anchas. Pero para eso no se toman medidas ni se plantean leyes reguladoras. Una vez más la hipocresía y la manipulación mediática vuelven a decidir afectando a los mismos.
Ahora vamos a los locales catalanes y no podemos consumir alcohol ni fumar. Ya veo a la gente joven en misa para degustar algo de alcohol gratis. Espero que dentro de unos días no encuentre ninguna ley en la que se prohíba la libre asociación, el derecho a reunirse públicamente o hablar en la lengua y sobre los temas que nos plazca. Sobre todo, lo digo, porque eso sin alcohol, será muy difícil digerir.

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